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y que tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. 10 Durante los días que allí permanecimos, un profeta llamado Agabo(A) llegó de Judea, 11 pues venía a vernos. Agabo tomó el cinto de Pablo, se ató con él las manos y los pies, y dijo: «El Espíritu Santo ha dicho: “Así atarán los judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán a los no judíos.”»

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